La alta cocina internacional está experimentando un cambio de paradigma en 2025. El nuevo lujo ya no se mide solo en técnica o exclusividad de ingredientes, sino en responsabilidad, origen y conexión con el entorno. Esta transformación se refleja en la creciente adopción de la llamada “cocina consciente”, una propuesta que integra sostenibilidad, salud digestiva y rescate cultural en cada preparación.

Restaurantes de renombre como Noma (Dinamarca), Kjolle (Perú), Narisawa (Japón) y el ascendente Raíz (Argentina) lideran esta tendencia que prioriza productos regenerativos, fermentación natural, vegetales olvidados y técnicas ancestrales. En lugar de solo sorprender al comensal, buscan provocar una experiencia más conectada con la tierra, el cuerpo y la historia.

Antonia Reyes, chef chilena recientemente premiada con una estrella Michelin verde por su trabajo con cocina mapuche en Santiago, afirma: “Hoy cocinamos con conciencia de territorio, de salud y de futuro. Lo técnico importa, pero también el relato y el impacto que dejamos”.

Según el informe World Food Future 2025, un 68 % de los comensales en restaurantes de alta gama ya prioriza menús con trazabilidad completa, enfoque ético y preparaciones sin aditivos ni ultraprocesados.

Entre las claves de esta nueva era culinaria se destacan el regreso de las ollas de barro, los fermentos caseros, el uso de ingredientes silvestres y el fuego lento como símbolo de una gastronomía más humana, sensorial y sostenible.