El hígado encebollado tiene raíces profundas en la cocina casera latinoamericana y europea. Aunque no existe una fecha exacta de su invención, se sabe que su popularidad creció durante el siglo XIX y principios del XX, cuando las familias aprovechaban cada parte del animal para no desperdiciar nada. El hígado, económico y altamente nutritivo, se convirtió en una fuente vital de hierro y proteínas, ideal para tiempos de escasez.

La combinación con cebolla no es casual: la dulzura natural de la cebolla al cocinarse suaviza el sabor fuerte del hígado, creando un equilibrio que ha conquistado tanto a adultos como a niños… a veces a regañadientes.

En países como Chile, México, Perú, España e Italia, el hígado encebollado tiene sus propias variaciones, pero el espíritu de la receta se mantiene intacto: sencillez, economía y contundencia.

Receta clásica del hígado encebollado

Si hoy quieres rendir homenaje al Día del Hígado Encebollado como corresponde, aquí va la receta tradicional:

Ingredientes:

• 500 g de hígado de vacuno o cerdo, en láminas
• 2 cebollas grandes cortadas en pluma
• 2 dientes de ajo picados
• Sal y pimienta a gusto
• Orégano (opcional)
• Jugo de 1 limón o un chorrito de vinagre (para macerar el hígado)
• Aceite para freír

Preparación:

1. Limpia y macera el hígado: Lava bien el hígado y déjalo reposar en agua con limón o vinagre por 10-15 minutos. Esto ayuda a suavizar su sabor fuerte. Luego escúrrelo y sécalo con papel absorbente.
2. Sazona con sal, pimienta, ajo y, si deseas, orégano.
3. Fríe las cebollas en un sartén con aceite caliente hasta que estén blandas y algo doradas. Retíralas y resérvalas.
4. En la misma sartén, dora el hígado a fuego medio-alto por unos 2-3 minutos por lado, evitando sobrecocinarlo para que no quede duro.
5. Devuelve las cebollas al sartén, mezcla todo y cocina por un par de minutos más.
6. ¡Y listo! Sirve con arroz blanco, puré de papas o papas cocidas.