Diversos estudios y expertos en nutrición han confirmado que ingerir alimentos picantes, como los tradicionales chiles presentes en la gastronomía mexicana y de otros países latinoamericanos, contribuye a regular la temperatura corporal durante los días calurosos.

La explicación radica en la capsaicina, un compuesto químico presente en los chiles, que provoca una ligera sudoración tras su consumo. Este mecanismo natural ayuda a que el cuerpo se enfríe de manera eficiente, generando una sensación de alivio ante el calor ambiental.

Lejos de aumentar la sensación térmica, el picante favorece la autorregulación del organismo. Por ello, en regiones cálidas de América Latina, es común encontrar platos con alto contenido de picante, no solo por tradición, sino también por sus beneficios fisiológicos.

Se recomienda consumir picante con moderación y según la tolerancia individual, ya que su exceso puede causar molestias digestivas. Sin embargo, incorporarlo en salsas, guisos o bebidas típicas como la michelada, puede ser una estrategia natural y culturalmente arraigada para enfrentar las altas temperaturas estivales.