Si a estas alturas casi cualquier plato e ingrediente tiene su día al año, los pistachos no podían ser menos. Y es que resulta que el 26 de febrero es el día mundial de este exquisito fruto seco, una excusa perfecta para hablar de los pistachos y sus propiedades nutricionales. Como pasa con la mayoría de frutos secos, siempre hay bastante confusión cuando se habla de sus beneficios nutricionales y de su poder calórico. Por suerte, de momento, nadie se ha animado a sumarlos a la lista infinita de las denominadas superfood, pero sí hay una pregunta que suele repetirse: ¿Engordan mucho o realmente son tan sanos como se dice?

«Como todos los frutos secos, los pistachos tienen una densidad energética elevada (en torno a 594kcal/100g), que procede mayoritariamente de la grasa (contienen un 49,2%). Esto quiere decir que la ración habitual de 50 gr. de pistachos con cáscara (unos 25-30 gr. de pistachos) supone ingerir unas 150-180kcal», apunta Beatriz Robles, experta en nutrición y seguridad alimentaria. No obstante, a estas alturas ya está de sobra demostrado que relacionar calorías de un alimento con su capacidad para hacernos engordar no tiene sentido, recuerda.

Son precisamente esos ácidos grasos -explica Robles- los que se recomiendan como principal aporte de grasa a la dieta, en lugar de los ácidos grasos saturados, para mejorar la salud cardiovascular. Si hablamos de los frutos secos en general, diversos estudios apuntan a que su consumo, no sólo no se relaciona con un aumento de peso, sino que se asocia a menor grasa corporal y a un menor incremento de peso y  riesgo de sufrir sobrepeso u obesidad.

Razones para incluir pistachos en la dieta: son los frutos secos más ricos en vitaminas K, E, B6 y B1; minerales como el cobre, hierro y magnesio; carotenoides o fitoesteroles; y los únicos que contienen luteína y zeaxantina, dos pigmentos con propiedades antioxidantes. Tal y como recuerda Beatriz Robles, «la ingesta de pistachos se relaciona con una mejoría en el perfil lipídico de personas con hipercolesterolemia y también en adultos sanos.

El consumo habitual de este fruto seco también podría tener efectos positivos sobre el control de la glucemia, al reducir la glucosa e insulina en sangre y el riesgo cardiovascular en personas con diabetes y prediabetes, pudiendo incluso revertir algunos efectos adversos de la prediabetes.

Fuente: 20minutos